Historias para dormir...

Las almaceno minuciosamente en el lugar más recóndito posible para que nadie más que yo pueda ni siquiera intuírlas.

Te confieso que a veces quiero que llegue la noche sólo para conocer una más, como un niño impaciente por abrir el sobre nuevo de cromos para completar el álbum.

Tengo mucha suerte, no me ha salido ninguna repetida y a pesar de ello no tengo ni prisa ni intención de acabarte.

A veces, la tentación casi me puede y estoy a punto de pedirte que me vuelvas a explicar la de tu caída en bicicleta aquél verano, la de tu yaya en los campos de fútbol o la del Tito Chele y la almodovariana celebración familiar...

Creo, que aunque durmiéramos juntas todas las noches, ya no podría vivir sin esa manera tan mágica de acercame tu vida que has inventado para mí.

Lo mejor de todo es que las historias que me explicas por las noches para que yo me duerma son de verdad, aunque parezcan increíbles.

Lo mejor de todo es que tú eres de verdad, aunque parezcas increíble...