Los lunares necesitan cariño... o, Tus lunares por mi boca (con permiso éste último de Pasión Vega)
Cuando ayer, atónita, me explicabas que los lunares de ese vestido -que tan maravillosamente bien te sienta- habían desaparecido, comprendí que tal y cómo me temía tampoco ellos soportaron el desafío.
Acostumbrados a alegrar la vida a quienes los miran, a ser protagonistas de fiestas, a atraer con su gracia irresistible, se han diluído, muertos de celos al sentirse ninguneados por todos esos ojos ajenos, que ya sólo en ti clavan su mirada.
-Ten cuidado, los lunares necesitan cariño- te dije cuando me enseñaste entusiasmada tu compra.
Entonces, en pleno mes de Julio debiste pensar que el clima seco de tu ciudad no me sentaba demasiado bien.
Ahora, apunto de acabar Octubre intento explicarte de nuevo mi teoría:
-Los únicos lunares que nunca se van a ir son los que adornan tu cuerpo, saben que ellos son en parte responsables de tu belleza.
Tú, mágica cómo siempre me respondes:
- Tenías razón. Los lunares necesitan cariño. ¿Cómo se van a ir, si hasta les pusimos nombre?